La cremada de falles de Andorra es una fiesta tradicional y popular que se celebra durante la entrada del solsticio de verano.
Consiste en que los fallaires hacen una falla, la encienden y la hacen rodar, es decir, la giran con mucha rapidez para crear grandes círculos de fuego.
Esta tradición se conserva la noche del 23 de junio, verbena de San Juan, en las parroquias de Andorra la Vella, Sant Julià de Lòria, Escaldes-Engordany, Encamp, Canillo y La Massana; y la noche del 28 de junio, verbena de San Pedro, en Ordino.
Foto: ©Comú d'Escaldes-Engordany / Arxiu Històric
Los orígenes de la fiesta se pierden en el tiempo. La celebración coincide con el solsticio de verano, época que simboliza la plenitud de la vida ya que hay más horas de luz y se puede disponer de los frutos que da la tierra. La fiesta gira en torno al fuego, elemento que se considera purificador.
Foto: ©Fidel Solsona
Las fallas convivían con otros ritos asociados al fuego y a esta época del año. Además de la tradicional hoguera, se podía ver la quema de un árbol en medio de la plaza (un álamo temblón en el caso de la plaza del Puial o un pino en Sornàs), la exposición de hierbas aromáticas que soltaban su olor por las calles durante días (Santa Coloma) o la quema de plantas como las bochas, típicas de San Juan (les Bons).
Foto: ©Fons Associació Fallaires d'Andorra la Vella
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La tradición de quemar fallas públicamente se empezó a perder a mitad del siglo XX, pero nunca desapareció. Hay registros de que al menos en un par de sitios se practicaba la cremada en un entorno íntimo y familiar.
Foto: ©Arxiu Fallaires d'Encamp
Los jóvenes de Andorra la Vella recuperaron la tradición de quemar fallas en 1987.
El perfil del fallaire ha cambiado. Ahora niños y niñas son fallaires de luz y los adultos fallaires de fuego que ruedan las fallas recorriendo calles y plazas hasta finalizar con el encendido de la hoguera.
Las fallas se extendieron por la mayoría de las parroquias, pero de una forma discontinua. A finales de los años 90 la fiesta finalmente se consolidó en Sant Julià de Lòria (1997), Encamp (1998) y Escaldes-Engordany (2000). En Ordino la recuperación de la tradición llegó en 2017, en Canillo el 2020 y en La Massana el 2021.
Foto: ©Comú Sant Julià de Lòria